Irritarse desgasta y no sirve de nada. En cambio, la no acción suele ser muy efectiva. Descubra las claves para evitar el enfado.
Una discusión en el trabajo, otra con tu pareja y un intercambio de palabras desafortunado con un familiar causan ira, una emoción muy humana, aunque negativa.
La sensación de miedo, frustración o falta de control pueden provocar que nos sintamos amenazados y reaccionemos con enfado. Hay quienes lo hacen con más frecuencia que otros, lo que repercute directamente en su estado emocional, y también en el físico.
Estar enfadado no sólo genera malestar, sino que también aumenta el ritmo cardíaco, la presión arterial y los niveles de adrenalina.
¿Por qué nos enfadamos?
El enfado o ira es una emoción natural que surge cuando percibimos que algo no está bien y nos sentimos amenazados. Estas son las causas más habituales:
Sensación de injusticia. Sentir que alguien se aprovecha de nosotros o que nos han tratado mal suele generar enfado.
Frustración. Querer algo y no lograrlo genera frustración y, muchas veces, enfado. Ser descartados en un puesto de trabajo que creíamos merecer o no lograr estabilidad emocional provoca ira.
Miedo. A veces, el enfado es una reacción defensiva ante el miedo, que interpretamos como una amenaza. La falta de control también puede desestabilizarnos.
Estrés. Las épocas de estrés y ansiedad, debidas a distintos factores, suelen propiciar enfados, muchas veces por cuestiones menores.
Costumbre. Hay personas que han crecido en un ambiente en el que el enfado es algo habitual, por lo que pueden considerarlo normal.
Cinco motivos para no hacerlo
El enfado es una pérdida de tiempo y algo improductivo. Cuando lo experimentamos, no somos conscientes de ellos, pero, visto con perspectiva, llegamos a la conclusión de que es un gasto de energía excesivo e inútil. Le planteamos cinco motivos por los que no vale la pena irritarse:
La otra parte no entenderá nada. Cada persona actúa de acuerdo a su nivel de conciencia, a partir de sus creencias y experiencias. Por ello, una misma actitud puede resultar ofensiva o no, según cada cual. Por eso, los demás nunca podrán contemplar el problema con nuestros ojos, y viceversa.
Siempre intentamos justificarnos. La crítica daña el orgullo, despierta el resentimiento y resulta inútil, porque pone a la otra persona a la defensiva, lo que le lleva a justificarse.
El enfado puede resultar humillante. Hacerle saber a alguien lo que ha hecho mal se interpreta como un desequilibrio de fuerzas que sitúa a una persona en una posición de inferioridad y, a la otra, de superioridad, que puede resultar humillante.
Nunca convenceremos a nadie. Ante una situación de conflicto o tensión, cada persona defiende con vehemencia en su postura. Por ello, al sentirnos atacados o contrariados, tendemos a reforzar nuestra posición.
Es un desgaste infructuoso. Las discusiones provocan un gasto inútil de energía, tiempo y relaciones. Al final, los enfados crean malestar y distancian a las personas o incluso pueden llegar a romper vínculos que, en su momento, eran fuertes.
Por ello, muchas veces, la no acción es mejor que cualquier reacción que pueda traer consecuencias irreversibles. El típico consejo de respirar y contar hasta 10 cuando estamos enfadados es muy efectivo y puede evitarnos muchos disgustos.
Claves para controlar la ira
Además de contar hasta 10, estos consejos son muy prácticos para evitar los enfados o, como mínimo, para gestionarlos mejor:
Origen del enfado. Pregúntese la causa. ¿Qué le ha molestado y le ha llevado a estar enfadado? Conocerla es una manera de evitar que se produzca otra vez.
Busque soluciones. Una vez pasado el enfado, intente buscar soluciones, siendo consciente de que algunas cosas escapan de su control. Acepte que no puede controlar todo y piense qué cosas puede cambiar y cuáles no.
Póngase en el lugar del otro. La empatía es una herramienta muy útil para ponernos en el lugar de los demás e intentar entenderlos.
Dele un toque de humor. No hay nada que la risa no mejore. Diga algún comentario gracioso que ayude a aliviar tensiones, evitando el sarcasmo, ya que podría complicar las cosas.
Haga deporte. Tras un enfado, es la mejor medicina. El ejercicio físico ayuda a descargar tensiones, reduce la ira y mejora el estado de ánimo. Asimismo, las respiraciones profundas, el yoga y la meditación ayudan a relajarnos y a calmar el estrés.
Evite el rencor. Una vez resuelto el problema, pida perdón de corazón o acéptelo y evite incidir de nuevo en aquello que ha provocado la discusión.
Como ve, el enfado es un desgaste de energía inútil que no trae consigo nada positivo. Tenga en cuenta los consejos anteriores para evitarlo o prevenirlo. Hacer deporte con frecuencia y dormir bien ayuda a relajarnos y afrontar mejor los conflictos personales.
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Fuentes:
Nunca convencerás a nadie y otras cuatro razones para no enfadarse. Francesc Miralles. El País. Abril 2025. https://elpais.com/eps/2025-04-17/nunca-convenceras-a-nadie-y-otras-cuatro-razones-para-no-enfadarse.html
Control de la ira: Diez consejos para controlar tu temperamento. Mayo Clinic. https://www.mayoclinic.org/es/healthy-lifestyle/adult-health/in-depth/anger-management/art-20045434