Dolor de cabeza, problemas respiratorios y contracturas musculares. Estas son algunas consecuencias del estrés crónico. Descubra más.
La Real Academia Española (RAE) define estrés como tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos, a veces, graves. Una frase que resume una vivencia que todos conocemos y hemos experimentado más de una vez.
La palabra estrés está en boca de todos, sobre todo, en la de quienes llevan una vida activa y frenética. Las exigencias personales y profesionales y las situaciones difíciles provocan estrés y ansiedad, trastornos que pueden ser puntuales (estrés agudo) o acompañarnos durante tiempo (estrés crónico).
Además de provocar nerviosismo, tensión, problemas de respiración y dolor de cabeza, el estrés afecta a nuestra conducta (puede despertar la ira o llevarnos a comer más, o a lo contrario) y a todo nuestro organismo. Esta reacción psicológica y física tiene efectos desde el cerebro hasta los pies.
¿Cómo afecta el estrés crónico?
Cuando este trastorno es constante y persiste en el tiempo, nuestro organismo permanece en estado de alerta y reacción, lo que suele traer consecuencias físicas y emocionales. Analizamos las principales, desde la cabeza hasta los pies:
Cabeza: Dolor y sobrecarga mental
El estrés puede causar cefaleas y migrañas, que provocan dolor de cabeza tensional, que afecta no solamente a la cabeza y al cuello, sino también a la musculatura. El estrés también provoca insomnio, fatiga mental, dificultad para concentrarse, fatiga mental e incluso problemas de memoria.
Cuero cabelludo: pérdida capilar
La caída de pelo puede ocurrir después de un período muy estresante en la vida. El estrés también puede derivar en tricotilomanía, un trastorno en el que las personas se arrancan el pelo repetidamente como consecuencia del estrés.
Rostro y cuello
El estrés se refleja también en la cara y el cuello. Fruncir el ceño, rechinar los dientes y sentir rigidez en cuello y hombros son indicadores de ese trastorno. Por otro lado, el estrés puede agravar trastornos en la piel, como la psoriasis y el acné.
Corazón
La ansiedad aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial, pudiendo provocando hipertensión, colesterol e infarto. Un estudio publicado en Journal of the American Heart Association (JAHA) halló que quienes sufren estrés laboral tienen mayor probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
Pulmones
La respiración agitada es muy común en episodios de ansiedad. En lugar de respirar desde el pecho, lo hacemos desde el diafragma, lo que se conoce como respiración torácica. Al respirar más rápido, exhalamos más dióxido de carbono, lo que puede causar mareos, hormigueo y palpitaciones.
Asimismo, el estrés y las emociones fuertes son desencadenantes del asma. Si ya lo padece, es posible que empeoren sus síntomas, ya que el estrés afecta la respiración, incluso si no tiene asma.
Estómago
El sistema digestivo es especialmente sensible al estrés. Este puede provocar náuseas, acidez, estreñimiento y diarrea, entre otras dolencias. El estrés también puede ser el origen del síndrome del intestino irritable, un trastorno que provoca dolor abdominal y cambios en los movimientos intestinales.
Espalda y piernas
En situación de estrés, el cuerpo está en alerta, en situación de emergencia, lo que también repercute en zonas como la espalda y las piernas. En la espalda y el cuello pueden surgir contracturas, mientras que las piernas pueden tener sensación de cansancio o inquietud, lo que nos lleva a moverlas de forma repetitiva.
Pies
Las extremidades de las piernas y la parte que del cuerpo que mantiene el equilibrio y nos ayuda a desplazarnos también puede sufrir los efectos del estrés. Esa tensión puede provocar dolor, cambios en la pisada y calambres nocturnos.
Cinco claves para controlar el estrés
Adoptar ciertos hábitos ayuda a reducir y controlar el estrés a largo plazo. Le damos cinco consejos para lograrlo:
Muévase. El deporte libera endorfinas y ayuda a calmar la ansiedad. Haga ejercicio físico moderado con frecuencia, como mínimo, 150 minutos a la semana.
Pruebe una actividad relajante, como la meditación, el yoga y la respiración consciente. La acupuntura y los masajes también son efectivos contra el estrés.
Dieta saludable. Es esencial para evitar problemas cardíacos relacionados con el estrés. Para ello, siga una alimentación rica en frutas y verduras, limite el consumo de procesados, sal y azúcares y evite las bebidas con cafeína.
Duerma lo suficiente. Como mínimo, siete horas cada noche. Hágalo en una estancia tranquila, sin ruidos ni luz, e intente acostarse cada día a la misma hora.
Gestione su tiempo. Priorizar unas tareas y delegar otras es fundamental para evitar colapsos y posibles situaciones de estrés.
Como ve, el estrés afecta a todo nuestro organismo, tanto a nivel físico como emocional. Para combatirlo, siga los consejos anteriores. Si no puede controlarlo por sí mismo, contacte con un experto para recibir apoyo médico y poder solucionar el problema.
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Fuentes:
Association Between Work‐Related Stress and Coronary Heart Disease: A Review of Prospective Studies Through the Job Strain, Effort‐Reward Balance, and Organizational Justice Models. Sara Jaskanwal, Megha Prasad, Mackram F. Eleid, Ming Zhang et al. Journal of the American Heart Association . April 2018.
https://doi.org/10.1161/JAHA.117.008073
Control del estrés. Mayo Clinic. https://www.mayoclinic.org/es/healthy-lifestyle/stress-management/in-depth/stress-symptoms/art-20050987
The Effects of Stress on the Body, From Your Brain to Your Stomach. Mykaila Morell. Health. April 2023. https://www.health.com/condition/stress/effects-of-stress-on-the-body