verrugas

Verrugas y papilomas de la piel

El término verruga se emplea en un sentido amplio para hacer referencia a todo tumor benigno que sobresale en la piel. En general, se trata de una pequeña prominencia o abultamiento provocado por una infección vírica. Normalmente no provocan dolor (excepto las de los pies, que sí son dolorosas) y algunas pueden producir picor.

Las verrugas son la consecuencia de la infección causada por el virus del papiloma humano (VPH), del que existen más de 100 tipos. Algunas personas tienen una mayor predisposición a ser infectadas por este virus.

Aunque son benignas en general, en ocasiones pueden devenir en malignas y provocar lo que se conoce como carcinoma verrucoso.

Las verrugas se suelen clasificar en varios tipos: comunes, planas y genitales.

A veces son muy contagiosas

Las verrugas se transmiten por contacto directo de una persona a otra. También se pueden transmitir por medio de toallas u otros objetos. El virus necesita una puerta de entrada que le suelen proporcionar las pequeñas roturas que se producen en la piel o en las mucosas. Es una falsa creencia el hecho de que las verrugas se transmitan a través de la sangre, ya que el VPH no sobrevive en ella.

Las verrugas genitales son muy contagiosas y pueden transmitirse durante el acto sexual. En las mujeres, las verrugas pueden crecer en el cuello uterino o cérvix y, en función del tipo de VPH, puede ser un factor de riesgo para la aparición de cáncer de cuello de útero.

Tratamiento para las verrugas

A menudo, las verrugas desaparecen por sí solas, aunque es posible que pase mucho tiempo antes de que esto suceda. En algunos casos, sin embargo, las verrugas persisten, por lo que será pertinente plantear un tratamiento. Entre los tratamientos más habituales se encuentran los siguientes:

Crioterapia. Consiste en congelar la verruga para su eliminación. Puede ser preciso repetir varias veces el proceso de congelación para que la verruga desaparezca.

Cirugía. Consiste en la extirpación quirúrgica de la verruga y la posterior cauterización. En un porcentaje de los casos puede producir cicatrices y no evita la recurrencia.

Ácido salicílico. El ácido salicílico es uno de los tratamientos de primera línea. Se trata de una terapia queratolítica que destruye lentamente la epidermis infectada por el virus y que puede, además, desencadenar la respuesta inmune del organismo.

Retinoides. Se utilizan en verrugas grandes y resistentes a otros tratamientos. Puede tener efectos irritantes que limitan su utilización. Su empleo tópico es el más adecuado en verrugas planas.

Terapias antivíricas. En ellas se incluyen tratamientos con diferentes sustancias con capacidad antivírica como el glutaraldehido, el formaldehido, ácido fórmico y el cidofovir.

Inmunoterapia. Existen diferentes tratamientos relacionados con la incentivación del sistema inmunitario del propio paciente. Entre ellos, cabe destacar la suplementación de zinc por vía oral, la utilización de sensibilizadores de contacto, las inyecciones de interferón y las vacunas, entre otros.

Cantaridina. Extraído de la cantárida o mosca de España (Lytta Vesicatoria), tiene en su aplicación tópica un efecto vesicante que se aprovecha para la eliminación de lesiones cutáneas como verrugas o moluscos. Se emplea a una concentración baja y debe aplicarse sobre la lesión y retirar en 3-4 horas, con una eficacia del 70% después de 2 aplicaciones.

Fibroma blando o “verruga de cuello”

El diagnóstico de las verrugas es sencillo, pero al observador no especialista se le pueden plantear dudas dado que existen otras afecciones caracterizadas por un aspecto verrucoso. Se incluyen aquí, entre otros, los nevus verrucosos, nevus sebáceo y el molusco (poxvirus). Este último predomina en la edad infantil y se caracteriza por ser de forma esférica, del tamaño de una cabeza de alfiler, con una característica umbilicación central.

También se confunden habitualmente con verrugas las “verrugas del cuello” −también conocidas como fibroma de péndulo, acrocordón o pólipo fibroepitelial− pero no son tales. Se trata de fibromas blandos que no son contagiosos ni se transmiten a partir de collares o cadenas, como a veces se piensa.

Cerca de una cuarta parte de la población presenta este tipo de lesiones que suelen aparecer a partir de los 30 años. Se trata de pequeños crecimientos pediculados de la piel de color normal u oscuros localizados especialmente en el cuello, las axilas y las ingles, aunque también pueden aparecer en el tronco.

La causa de estas lesiones no se conoce con exactitud, si bien existe una cierta predisposición genética. Los factores hormonales pueden jugar un papel en su aparición, ya que estas lesiones aparecen con frecuencia en mujeres durante el embarazo.

Son extirpables en el caso de que sean dolorosos o por razones estéticas. Cuando son pequeños se pueden cortar desde la base o llevar a cabo una electrodesecación superficial. También se puede utilizar crioterapia en su erradicación.

Si necesitas tratar verrugas o bien otro tipo de alteración de la piel, accede a un dermatólogo en el Cuadro Médico de Nueva Mutua Sanitaria.

Bibliografía

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