Quedan pocos días para Navidad y ya estamos pensando en algún día de descanso, comidas y cenas con gente querida -aunque algo limitadas este año- y, sobre todo, regalos.
Según un estudio de la consultora Deloitte en 2019, los regalos estrella para niños eran los juegos y juguetes, y para los adolescentes los videojuegos, libros y dinero. Las preferencias de compra para los adultos se situaban en ropa y calzado, seguidos por libros, perfumes y cosméticos.
Y en este año tan especial, ¿por qué no introducir la salud en el catálogo de regalos?
El origen de los regalos en Navidad
La costumbre de regalar en Navidad tiene un origen discutido, pero parece haber acuerdo en que se remontaría a la antigua Roma y es de origen pagano. Con motivo del solsticio de invierno, los romanos celebraban rituales en honor a Saturno, el dios de la Agricultura (las Saturnalias), que se extendían varios días a partir del 17 de diciembre. Festejos, banquetes, relajación en las costumbres y las obligaciones de los esclavos, decoraciones especiales en las casas, velas por doquier e intercambio de regalos marcaban la mayor celebración del año. A partir de las Saturnalias, los días irían alargándose y, metafóricamente, la luz vencería a la oscuridad.
El cristianismo fijó el 25 de diciembre como fecha del nacimiento del niño Jesús, manteniendo el espíritu festivo, de fraternidad y alegría por la llegada de la luz, en este caso encarnada en Jesucristo.
En el siglo III, un sacerdote llamado Nicolás procedente de Asia Menor destinó gran parte de la inmensa fortuna que había heredado de sus padres para ayudar a niños y desamparados. Nicolás llegaría a ser obispo y conocido posteriormente como San Nicolás de Bari. Diez siglos después, debido a su generosidad y su amor por los más pequeños, el 6 de diciembre en algunos países europeos se repartían dulces y regalos a los niños, relacionando al santo con las próximas festividades navideñas.
Santa Claus viaja a América
En el siglo XVII los emigrantes holandeses fundaron en 1624 Nueva Holanda -hoy en día Nueva York- y exportaron esta tradición católica al otro lado del océano. Así, la devoción a San Nicolás de holandeses y alemanes se mezcló con la de Father Christmas, que era la figura típica de las fiestas navideñas en Inglaterra.
Como derivación del nombre del santo en alemán (Nikolaus) lo empezaron a llamar Santa Claus, y fue popularizado en la década de 1820 -a través de un poema famosísimo en los Estados Unidos de Clement Clark Moore- como un amable y regordete anciano de barba blanca que la noche de Navidad iba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños en un trineo volador tirado por renos.
Ya en los años 30 del siglo XX sería la marca Coca-Cola quien lanzaría al personaje como parte de su campaña de Navidad, cambiando su capa de pieles por el aspecto con el que hoy conocemos a Santa Claus o Papá Noel.
Los Reyes Magos, no sólo en España
La figura de los Reyes Magos tiene su origen en los relatos del nacimiento de Jesús. El Evangelio de Mateo menciona a unos hombres sabios que, procedentes de tierras lejanas, fueron guiados por una estrella hasta encontrar al “rey de los judíos” nacido en Belén. Según la Biblia presentaron como ofrendas oro, incienso y mirra, símbolos de la realeza, la divinidad y la humanidad de Jesús.
La tradición hace que el 6 de enero los Reyes Magos “nos traigan” regalos, igual que ofrecieron sus regalos al niño en el portal de Belén.
Regalar es un arte
Estudios realizados por psicólogos concluyeron que la satisfacción de recibir regalos de forma repetida disminuye con el tiempo, mientras que la satisfacción de dar regalos es mucho más potente y estable. En otras palabras, que suele ser más gratificante regalar que ser regalado.
Sin embargo, encontrar el regalo perfecto no siempre es fácil. Algunas pistas para no fallar:
- Evita “completar” un buen regalo con otro de menor valor. Inconscientemente, el valor percibido del regalo mejor tenderá a igualarse con el segundo.
- Regala experiencias mejor que objetos. Una experiencia se vincula más con la emoción, y ésta produce satisfacción más profunda y duradera.
- Piensa en la persona a la que vas a regalar: qué le gusta, qué necesita, qué le hace feliz…
- Dedica más tiempo y dinero a los demás que a ti; el beneficio es para todos.
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Bibliografía
https://www.britannica.com/topic/Saturnalia-Roman-festival
https://www2.deloitte.com/es/es/pages/consumer-business/articles/informe-consumo-navideno.html